
Hoy me he levanto cansada del día agotador que tuve ayer, llamo a mi hijo para clase, y ya empiezo a sofocarme, no hay forma de levantarlo, se hace el remolón, no consigo que desayune, se va solo con un zumo en el cuerpo, me voy al trabajo, por supuesto dejando la casa recogida, y la comida preparada.
Después de patearme la calle y corriendo más que el tio de la lista, acabo mi jornada, regreso a casa, con la noticia de que mi hija está con dolores por todo el cuerpo,con un gripazo del 15 y está metida en cama, requiere de mis mimos, aunque tenga 27 años actua como una niña pequeña, me llego a la farmacia corriendo, mi hijo el mayor, ya independiente, ¡vamos un chico moderno! se presenta para comer sin esperarlo,improviso, luego friego metiendo el turbo, tengo clases por la tarde, llamo desde el descanso entre clase y clase, haber como sigue mi hija, parece que se encuentra un poquito mejor.
Al llegar a casa, todo es un caos, el chico no ha hecho los deberes, y tampoco se ha duchado, la cocina está echa unos zorros, la enferma llamandome desde su cuarto, parece que me ha olido, el padre intentando poner en funcionamiento el TDT, sin éxito, protestando y maldiciendo, haber que culpa tiene el pobre aparato, por el camino pensaba "Que ganas tengo de llegar a casa", pero ahora pienso si ha sido una buena idea correr tanto, y no quedarme a tomarme algo con mis compañeros de clase, si es que una es tonta, solo me quedaba escuchar a mi marido decir, "Hija que mala cara tienes".
"Controlaté, respira hondo y cuesta hasta diez".
